
La producción de olivos en Río Negro ganó protagonismo en los últimos años con cientos de hectáreas trabajadas. La región de San Antonio Oeste se consolida como referente en la industria, sin embargo, otra zona crece a un paso firme y constante: la Región Sur.
En Ramos Mexía actualmente hay entre 23 y 25 hectáreas, y ya comenzaron con las labores de preparación del suelo para plantar 2.000 olivos más en primavera. En Valcheta, 10. También se proyectan nuevas plantaciones en Arroyo Ventana, Nahuel Niyeu.
Víctor Tomaselli, secretario de Producción de Ramos Mexía, destacó que los olivos plantados en 2023 en esa localidad demostraron una característica sorprendente: resisten temperaturas extremas.
“Cuando llegaron las heladas, las plantas resistieron. Se sucedieron dos heladas de -10°C y los olivos mostraron los tejidos sin daños. Luego llegó la helada más intensa, cuando la ola polar sacudió al país con -14°C, y los olivos resistieron”, sostuvo el productor.
Tomaselli explicó que este fenómeno se debe a varios factores. En primer lugar, los suelos volcánicos de las extremaduras de la Región Sur, junto con la correcta orientación y la meseta misma protegiendo de los vientos del Oeste y del Sur, “han resultado una esperanza para toda la cadena de valor del olivo”. En segundo lugar, el uso de algas marinas como bioestimulante. “Estos extractos de algas, que también se producen en Patagonia, y que aportan 21 aminoácidos y 6 hormonas naturales, generan en las plantas una catarata de respuestas adaptativas que están a la vista”.
Además, enfatizó que en el mundo los olivos mueren con -7 °C si no cuentan con la tecnología adecuada. En este caso, el maestro oleario subrayó que la preparación del suelo, el riego por goteo, la intervención de profesionales, la mano de obra calificada y la selección del material vegetal fueron factores fundamentales.
«En la Meseta de Somuncurá, en esta Ruta 23 que es un auténtico eje de desarrollo sustentable, logramos que superen esas bajas temperaturas y vegeten con las mejores condiciones«, afirmó Tomaselli.
Aunque el cultivo de olivos en zonas frías presenta algunos desafíos, también ofrece ventajas significativas en términos de calidad. Según Tomaselli, esto se debe a su elevado contenido de ácido oleico y polifenoles, componentes clave para mejorar tanto la conservación como las propiedades organolépticas del producto final. «Estas son las cualidades que han significado no sólo el apoyo de universidades y centros de investigación y desarrollo de Europa, sino de productores de distintas partes del mundo», afirmó el productor.
En este sentido, el especialista Darío González Maldonado también resaltó que, año tras año, la región logra un aceite de oliva de “notables cualidades” y detalló que el aceite producido tiene un contenido de ácido oleico superior al 75 % y niveles de polifenoles que superan los 530 gramos por kilogramo.
Por su parte, el secretario de Fruticultura de Río Negro, Facundo Fernández, destacó el alto potencial de la provincia en esta producción: “Río Negro tiene un potencial muy alto gracias a sus condiciones climáticas y a la cercanía con un puerto provincial que ofrece una logística excepcional”.
Agregó que actualmente hay unas 400 hectáreas cultivadas con las variedades Arbequina, Frantoio, Coratina y Changlot Real.
En relación a los ingresos, el secretario Producción de Ramos Mexía que el potencial de esta actividad «es enorme». Se estima una producción de 2.000 litros de aceite por hectárea, y ejemplificó: “Estamos plantando entre 280 y 300 olivos por hectárea; a partir del octavo año, cada cinco olivos generan un ingreso equivalente al de un ternero”.
«Es inversión real y concreta, que no sólo se refleja en puestos de trabajo, sino en mejoras permanentes y planes de desarrollo local específicos», afirmó Tomaselli.